El agnosticismo se refugia en la negación de la posibilidad del conocimiento de Dios, y declaran: "la consagración más elevada y verdadera de toda verdadera religión debe ser un altar al Dios no conocido o desconocido". Sin embargo, ese concepto fue solamente el punto de partida al discurso pronunciado por el apóstol Pablo en (Hechos 17:23).
El objetivo del agnosticismo es desacreditar la certidumbre en el campo del conocimiento humano. El agnosticismo ataca los poderes mentales del hombre y engendra la desconfianza en los hechos y fuerzas comunes de la existencia humana. Es por tanto una filosofía negativa en todos sus aspectos y destructiva en sus efectos sobre la verdad que es obtenida a través de las funciones normales de las facultades humanas.
En oposición a esa ignorancia manifiesta está el hecho que Dios se ha revelado a sí mismo a los hombres. El agnosticismo se expresa mejor mediante la frase, "yo no quiero creer"
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