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PASTOR JOSE VILLARREAL












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31 de enero de 2010

Dificultades Biblicas: ¿El Clamor de Jesús en la Cruz Llama a Su Salvador en Cuestión?


¿El Clamor Desesperado?
¿El Clamor de Jesús en la Cruz Llama a Su Salvador en Cuestión?
– Mat. 27:46; Mr. 15:34 –

Hebreo

Arameo

46Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?

Mat. 27:46

34Y a la hora novena Jesús clamó a gran voz, diciendo: Eloi, Eloi, ¿lama sabactani? que traducido es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?

Mr. 15:34

Mateo 27:47 Algunos de los que estaban allí decían, al oírlo: A Elías llama éste. – La gente confundió el hebreo Elí con Elías (griego). En Marcos 15:34, Marcos primero da las palabras de Jesús en arameo, y luego las traduce en griego.

Este pasaje de Mateo 27:46 (y el paralelo en Marcos 15:34) ha sido el tema de varias objeciones con la suposición de que ellos indican que Jesús había estado indefenso:

“¿Cómo puede Jesucristo ser nuestro Salvador cuando ni aún pudo salvarse a sí mismo?”

Uno podría refutar aquí la conclusión de que “Jesús no pudo salvarse a sí mismo” en esta situación – porque después de todo, no hay indicio de que él tratara de salvarse a sí mismo, y fallara – pero aún así, nuestro adversario está confundiendo aquí las categorías: Salvación del pecado, como Cristo lo ofreció, no es la misma cosa como “salvación” del sufrimiento temporal.

“Estas no son las palabras de un hombre que está muriendo voluntariamente por nuestros pecados, esas son las palabras de un hombre que puede pensar en cientos de lugares en donde preferiría estar. ¿Cómo puede ser este un salvador?”

Con la misma luz a menudo es preguntado por qué Jesús oró en Getsemaní para que la copa de su sufrimiento fuera quitada.

Nuevamente tenemos aquí una confusión de categorías. Obviamente es muy probable hacer algo desagradable voluntariamente: Uno evalúa las consecuencias y resultados, y toma una decisión, y aún así puede gritar por el apuro, dificultad y adversidad. Las actitudes no son mutuamente exclusivas. Pero tampoco es cierto que estas fueran las palabras de un hombre que pensaba en cientos de lugares donde preferiría estar”. Mas sobre esto en un momento.

“¿Por qué es que Jesús, el dios-hombre, tuvo necesidad y un ángel le fortaleció?” (Luc. 22:43).

Precisamente porque él era el dios-hombre, Todo Dios y todo hombre. Esto es como preguntar por qué Jesús el dios-hombre sangró cuando fue crucificado, comió cuando tuvo hambre, y lloró por la muerte de Lázaro. La encarnación trajo la Sabiduría de Dios al frágil y débil humano – incluyendo, quizás, debilidades emocionales; sin embargo la misma naturaleza dual guardó esta Sabiduría del pecado humano.

(No obstante, esta palabra “fortalecerle” parece referirse a una necesidad de fortalecimiento físico; esta es usada solamente en otra parte en Hch. 9:19 – “Y habiendo tomado alimento, recobró fuerzas. Y estuvo Saulo por algunos días con los discípulos que estaban en Damasco”.

Sin embargo, ahora la pregunta clave es si el clamor desde la cruz es realmente un clamor de debilidad. Preste bastante atención a que esto no es el caso:

Una de las costumbres del pensamiento e idioma hebreo existente desde hacía mucho tiempo era la de referirse a una oración, un salmo, o bendición en particular, etc. diciendo la primera palabra (o palabras) de la oración, salmo, bendición, etc. Esto puede ser confirmado fácilmente por medio de abrir cualquier libro de oración judío/hebreo donde uno encontrará cientos de oraciones. Los salmos, y las bendiciones todos subtitulados acorde a las primeras palabras o frase que aparece en esa oración, salmo, o bendición (por ejemplo, la “Shemá”, uno de los rezos judíos mas generalizados – Dt. 6:4).

Los hispano parlantes practican una nomenclatura muy similar. Abreviamos clichés, proverbios, fábulas, y otros decires comunes por medio de mencionar solamente una porción familiar. Por ejemplo, antes que relatar toda la historia de la liebre y la tortuga, simplemente declaramos lo moral, “lento pero seguro se gana la carrera”. Al hacerlo así, aquellos a quienes nos estamos dirigiendo hacen la proyectada conexión entre nuestra declaración y la fábula de Esopo.

De igual manera, cuando Jesucristo clamo “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”, estaba atrayendo la atención de los judíos que estuvieron presentes en la crucifixión al Salmo 22. En efecto, Jesús estaba diciendo que El es el cumplimiento del Salmo 22, un Salmo que los judíos siempre habían visto como un salmo mesiánico. Una mirada rápida al Salmo 22 revelará que las primeras palabras son “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”

Evidencia adicional a esta afirmación es dada por Jesús mismo, después de la resurrección. Apareciendo ante Sus discípulos, Jesús dice, “Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los *salmos*” (Luc. 24:44).

Como el Mesías, Jesús no solo estaba interesado con el cumplimiento del papel del Mesías sino también con hacer conocer Su identidad a Sus seguidores. En este respecto, Jesús atrajo la atención de los judíos al Salmo 22 mientras estaba colgando en la cruz. El judío observador, atento y detallista supo inmediatamente a qué se estaba refiriendo Jesús. El judío detallista también sabía que el Salmo 22 era un salmo mesiánico.

Sugerir que Jesús pronunció esta frase desde la cruz porque era incapaz de salvarse a Sí mismo es ridículo y demuestra una exégesis deshonesta o ignorante. Tal ignorancia o deshonestidad es personificada por el crítico que parafrasea las palabras de Jesús como “Déjame salir de aquí. ¿Por qué me has abandonado?” No hay absolutamente ninguna garantía bíblica para tal hermeneutica de principiante (o aficionado). Explorando más este argumento, he notado que el Salmo 22, aunque empieza con desesperación, concluye con una nota de triunfo la cual refleja la vindicación que el salmista anticipa:

19Mas tú, Jehová, no te alejes; fortaleza mía, apresúrate a socorrerme. 20Libra de la espada mi alma, del poder del perro mi vida. 21Sálvame de la boca del león, y líbrame de los cuernos de los búfalos. 22Anunciaré tu nombre a mis hermanos; en medio de la congregación te alabaré. 23Los que teméis a Jehová, alabadle; glorificadle, descendencia toda de Jacob, y temedle vosotros, descendencia toda de Israel.

24Porque no menospreció ni abominó la aflicción del afligido, ni de él escondió su rostro; sino que cuando clamó a él, le oyó. 25De ti será mi alabanza en la gran congregación; mis votos pagaré delante de los que le temen. 26Comerán los humildes, y serán saciados; alabarán a Jehová los que le buscan; vivirá vuestro corazón para siempre.

27Se acordarán, y se volverán a Jehová todos los confines de la tierra, y todas las familias de las naciones adorarán delante de ti. 28Porque de Jehová es el reino, y él regirá las naciones. 29Comerán y adorarán todos los poderosos de la tierra; se postrarán delante de él todos los que descienden al polvo, aun el que no puede conservar la vida a su propia alma.

30La posteridad le servirá; esto será contado de Jehová hasta la postrera generación. 31Vendrán, y anunciarán su justicia; a pueblo no nacido aún, anunciarán que él hizo esto – (Sal. 22:19-31).

Nuestro argumento primario es que aún considerar la cita de Jesús como una de desesperación es entender mal completamente acerca de qué era todo el clamor. No es el grito de una víctima, sino — junto con el terremoto, las tinieblas, el rasgamiento del velo del templo — una señal escatológica, no meramente una oración. Considere:

  • El clamor fue hecho a la hora novena — el tiempo exacto de las oraciones de la tarde judía. (Brown, La Muerte del Mesías, 1044].
  • En otras partes en la Biblia, un clamor en voz alta es usado como una señal apocalíptica (Jn. 5:28; 1 Tes. 4:16; Ap. 10:3).
  • Los comentarios de los guardias en Mat. 27:54 pueden aludir al Salmo 22:27 – (“Se acordarán, y se volverán a Jehová todos los confines de la tierra, y todas las familias de las naciones adorarán delante de ti”).

Por consiguiente, hay algunas indicaciones fuertes de que este “clamó a gran voz” (Mat. 27:46) es una alusión a todo el Salmo 22, incluyendo su triunfante final. De entre las únicas objeciones reales a esta tesis podemos decir que:

1. Acorde a Brown (La Muerte del Mesías, 1050), “esto querría decir que Marcos (y presumiblemente Mateo) esperaban que sus lectores reconocieran que se estaba citando un salmo, que supieran todo el salmo, y que detectaran de una referencia al versículo de apertura agonizante el destino triunfal del que ora”. De ninguna manera esto es difícil de aceptar: Los evangelios fueron escritos para cristianos que ya habían sabido del destino triunfal de Cristo, y el Salmo 22 habría sido enseñado como un texto mesiánico clave.


Si usted fuera uno de los judíos presentes en la multitud observando a Jesús colgado en la cruz, habría visto y escuchado muchas cosas sorprendentes. Para unos, usted habría visto solamente a un hombre totalmente inocente siendo torturado, escarnecido y escupido. En adición, se habría sentado en completa obscuridad durante tres horas. Pero algunas de las cosas mas sorprendentes que sucedieron en ese día fueron las cosas que Jesús dijo mientras estaba en la cruz.

Como Jesús estaba cercano a Su muerte, clamó, “Eloi, Eloi, ¿lama sabachthani?” Muchos de aquellos alrededor de Jesús no entendieron lo que había dicho. Pero cualquier judío familiarizado con el Antiguo Testamento habría reconocido inmediatamente el lamento de Jesús como una cita directa de la primera línea del Salmo 22. El rey David escribió ese salmo cerca de 1.000 años antes de la muerte de Jesús. Sin embargo, los v.16 al 18 describen con minucioso detalle lo que sucedió en la crucifixión: “16Porque perros me han rodeado; me ha cercado cuadrilla de malignos; horadaron mis manos y mis pies. 17Contar puedo todos mis huesos; entre tanto, ellos me miran y me observan. 18Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes”.
¿Puede usted imaginarse teniendo el Salmo 22 en sus manos (o mente), y observar a los soldados a los pies de Jesús echando suertes por Sus vestidos (Mat. 27:35) – exactamente como lo predijo el salmista? Con uno de los últimos alientos de Cristo en la cruz, trató de hacer que las personas entendieran que El era el Mesías.
Como hoy día miramos hacia atrás la situación – casi 2000 años después del acontecimiento – vemos que Jesús probó que Biblia había profetizado con exactitud el futuro, en consecuencia verificando su inspiración.

Como dijo Isaías: “Traigan, anúnciennos lo que ha de venir; dígannos lo que ha pasado desde el principio, y pondremos nuestro corazón en ello; sepamos también su postrimería, y hacednos entender lo que ha de venir” (Isa. 41:22). La misma cosa que los paganos no podían hacer (Isa. 41:22-24), la Palabra de Dios pudo (véase Isa. 42:8-9).

Esta exclamación de Jesús es el primer versículo del Salmo 22 que obviamente es un salmo mesiánico que profetiza su muerte (véanse los versículos 7, 8, 16, 18). El encabezado del salmo (Versión Valera Revisada 1960) es “Un grito de angustia y un canto de alabanza”.

En esta conexión los calvinistas citan 2 Cor. 5:21 (“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado”) para probar que Jesús literalmente llegó a ser pecado (pecador, culpable del pecado), pero la palabra pecado en este texto se refiere al sacrificio por el pecado. Isa. 53, “10 Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento.

Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada”. Compárese Oseas 4, “8 Del pecado de mi pueblo comen, y en su maldad levantan su alma”; es decir, comen el sacrificio (el animal ofrecido en sacrificio) por el pecado (Ezeq. 44:29). Algunos dicen que Jesús aceptó la culpa de los pecados del hombre, que llegó a ser pecado y que, por eso, Dios no podía verlo como pecador, y que le volvió las espaldas para no ver a Jesús tan contaminado con el pecado, pero la Biblia no dice tal cosa. Jesús no tenía pecado (Heb. 4:15; 1 Ped. 2:22). Si hubiera tenido (o sido) pecado, no podría haber sido sacrificio para nuestros pecados, porque El es nuestra pascua (1 Cor. 5:7) y tuvo que ser sin defecto (Ex. 12:5; 1 Ped. 1:19).
Jesús no llegó a ser pecado y no aceptó la culpa del pecado, sino que sufrió la pena (el castigo) del pecado. Jesús no llegó a ser pecado o pecador, sino que llevó nuestros pecados. 1 Ped. 2, “24 quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero”. Hay mucha diferencia entre “ser pecado” y “llevar pecados”. El problema es que los calvinistas pueden ver sus doctrinas en casi cada página de la Biblia y se aprovechan de textos no claros como 2 Cor. 5:21 para “probar” lo que enseñan.

Todo comentario sobre este asunto (Mat. 27:46, “¿por qué me has desamparado?”) tiene que armonizar con Jn. 16, “32 He aquí la hora viene, y ha venido ya, en que seréis esparcidos cada uno por su lado, y me dejaréis solo; mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo”. Cristo siempre hacía la voluntad del Padre; por eso, el Padre siempre estaba con El. Jn. 8, “29 Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada”.

Al morir en la cruz, ¿Jesús no agradaba al Padre? ¿No hacía la voluntad del Padre? Recuérdese también que casi inmediatamente después de decir “¿Por qué me has desamparado?” Jesús “entregó el espíritu” (v. 50) diciendo, “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Luc. 23:46). ¿No estaba el Padre para recibirlo? Al estudiar Mat. 27:46 no olvidemos estos textos.

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