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PASTOR JOSE VILLARREAL












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4 de febrero de 2010

LA ETICA MINISTERIAL



LA ETICA MINISTERIAL.


Es el conjunto de normas escritúrales que rigen los ministros cristianos tanto en la esfera de las motivaciones como en la de sus acciones y que determinan su conducta en relación con Dios, la sociedad, su familia, su iglesia, la denominación a la que pertenece y las instituciones cristianas.


Es importante notar que llamamos ministro a todo cristiano que desarrolla un ministerio de liderazgo dentro de la iglesia, en su denominación, o dirigiendo un ministerio o entidad de servicio.


LA NECESIDAD DE ESTE ESTUDIO.


Somos parte de una sociedad sin Dios que está gobernada por un relativismo moral alarmante.


Hay una falta total de ejemplos de ética en todas las esferas. En el periódico La Nación, salió un artículo titulado "El fracaso moral de la civilización", en el cual se expresa: "Desde el Decálogo de Moisés a través de toda la poderosa influencia moral del cristianismo.


La civilización occidental había mantenido tenazmente un conjunto de reglas morales y de principios éticos que constituían la base misma de la educación y de la conducta civilizada.


El reconocimiento de esos grandes principios morales llegaba a conformar una manera de distinguir fácilmente entre lo que era el bien y lo que era el mal. Lo que ha ocurrido desde la Primera Guerra Mundial equivale a una inmensa hecatombe moral de nuestra civilización.


Se ha ido estableciendo tenazmente un divorcio entre los principios éticos y las realidades de la vida social, con inmensas consecuencias destructivas del ideal mismo de una civilización digna de ese nombre".


Lo grave es que ese relativismo moral y la filosofía hedonista de nuestra decadente sociedad han ingresado a las iglesias.


1. LA SOCIEDAD.


Todos conocemos la situación moral de nuestros países latinoamericanos. Nuestros dirigentes no son un modelo de conducta ética. La mentira, la vida ostentosa, el fraude, la corrupción, la impunidad, la falta de justicia y de seguridad y un nivel de trasgresión generalizado han creado un ambiente de libertinaje.


Los medios masivos presentan, como felicidad, el tener cosas, el ser exitoso, aunque no virtuoso. Propone disfrutar de la vida, pero sin responsabilidad. Por otro lado las mafias de la droga y la pornografía así como los grandes emporios de la diversión, han abierto las puertas a todo tipo de posibilidades de placeres sin pensar en el daño que hacen.


Pareciera que el apóstol describe nuestra sociedad moderna cuando dice: "Estando atestado de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades.... quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican" (Ro 1.29-32; 1 Ti 3.1-5).


Frente a estas situaciones nos preguntamos: ¿Qué es correcto hoy? ¿Quién lo determina? Nuestra sociedad no puede. Sabemos que como cristianos evangélicos esa es nuestra responsabilidad, pero ¿tenemos la capacidad y la disposición para hacerlo? Jesús dijo que somos la sal de la tierra, pero que si la sal pierde sus propiedades y no cumple su función "no sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres" (Mt 5.13). ¿Estaremos perdiendo nuestra capacidad de ser sal?


2. LA IGLESIA.


Al analizar la conducta de muchos líderes y congregaciones evangélicas, nos asombra encontrar un relativismo moral similar al que rige a nuestra sociedad sin Dios. Pero peor aun es descubrir en nuestras iglesias y en ministerios cristianos los mismos pecados, las mismas situaciones censurables que encontramos en nuestra sociedad contemporánea.


En esas congregaciones no se viven la santidad, la pureza, el amor, la verdad, la humildad y el respeto o temor a Dios. Algunos líderes obran como si fueran dueños de las congregaciones, de los ministerios y de los recursos, cayendo en los mismos excesos y pecados que condenan en los líderes que no son cristianos.


Mencionaré algunos casos reales:


· Después de abandonar a su familia, un hombre fue a otra ciudad en la cual fue designado evangelista y enviado a otro pueblo para iniciar una iglesia.


· En una iglesia un líder llevaba a las mujeres jóvenes a un salón aparte para liberarlas de "espíritus inmundos de sexo"; les hacía sacar prendas íntimas y las manoseaba mientras pretendía reprender a los demonios.


· Un pastor designó a un matrimonio joven como misioneros a otro pueblo, y les pidió que vendieran su casa y que le entregaran el dinero. Cuando regresaron se encontraron sin su casa y estafados por su pastor que había usado el dinero para otros fines.


· Un pastor recibió la propiedad de unos ancianos como ofrenda, a cambio de que la iglesia les permita usarla y les brindaran atención ya que no tenían familiares. Poco después, comenzó a tener problemas para brindarles la debida atención. Los envió a un geriátrico y se quedó con la propiedad.


· Un pastor se ufanaba de que los vecinos le vendían sus casas a él a muy poco precio. La razón era que ya no se podía vivir en las cercanías del templo por el ruido que hacían en las reuniones. Los dueños se las vendían a un valor muy inferior con tal de irse del barrio.


· Un pastor se ofreció a cooperar con ocho pastores del interior del país para que ellos cobraran la asignación familiar que otorga el gobierno. Les hizo firmar un poder autorizándole a cobrar por ellos. Durante tres años este pastor cobró mensualmente el dinero de sus colegas y a quienes jamás se los remitió. Cuando el organismo estatal le requirió la documentación correspondiente, la fraguó falsificando firmas de sus colegas y dando gracias a Dios porque no había sido descubierto.



3. EL RELATIVISMO MORAL.


En un curso de ética ministerial que dictaba solicité una lista con faltas de ética más comunes el ministerio. Estos son algunos de resultados:



Falta de integridad, tanto en la enseñanza como en el trato con los demás. Falta de un verdadero espíritu de servicio. Marcado interés por lo material. En muchos casos, se anuncia que el Señor castigará a quienes no ponen sus diezmos y ofrendas.


El dar el diezmo se transforma en una especie de seguro contra la pobreza. Falta de respeto por otros ministros y ministerios. No ser personas de palabra. Prometer y no cumplir. Impuntuales crónicos. Falta de interés por aprender o capacitarse para ser mejores ministros. Hacer acepción de personas, especialmente cuando tienen dinero.


Terminaremos mencionando las más obvias categorías del relativismo moral de la sociedad contemporánea y su influencia en la iglesia.


a) ORGULLO Y OSTENTACION.


Algunos líderes viven y se comportan como si fueran magnates del evangelio. Sus casas, sus autos, su vestuario y la suntuosidad de sus templos (y ministerios) contrastan totalmente con el estilo de Jesús y con la pobreza de los miembros de sus iglesias.


Visten y actúan como estrellas del cine o de la televisión. Hacen de cada culto un "show" para demostrar todo lo que pueden hacer o cuánta "unción" o " poder" tiene.


La idea de que todo cristiano debe vivir en prosperidad no es una enseñanza bíblica. Los ministros que viven en lujos y sin privarse de nada, mal usando las ofrendas que dan con amor al Señor cristianos que no tienen casi para comer, es un pecado que Dios condena.


b) ABUSO DE PODER.


El poder que tenemos por causa de nuestra posición en el ministerio nos corromperá si no lo usamos en sujeción al Señor, sirviendo a la iglesia. Aprovechándose de las estructuras administrativas de su denominación, hay líderes que se rodean de personas que los adulan, los secundan y los protegen de la gente. Hay pastores que condicionan a los miembros de su iglesia para que ofrenden, asistan y cooperen con las actividades y lo hacen no por amor, sino por temor.


Otros ministros son duros con los miembros pero muy permisivos con sus líderes y familiares. Algunos asumen actitudes de caudillismo, manejando la congregación como si fuera su feudo y haciéndose acompañar por guardaespaldas.


Un caso lamentable lo constituye Diótrefes quien "...no contento con estas cosas (criticar al apóstol Juan) no recibe a los hermanos, y a los que quieren recibirlos se los prohíbe, y los expulsa de la iglesia" (3 Jn 9,10).


c) LA MENTIRA.


En nuestras congregaciones e instituciones se miente, exagerando las estadísticas sobre la membresía y la asistencia. Se miente cuando se promete a la gente la solución inmediata de todos sus males y la provisión divina para cubrir todas las necesidades. Como consecuencia, miles de personas se sienten estafadas y/o defraudadas por los cristianos evangélicos que les prometieron en forma muy definida cosas que no se cumplieron.


Una familia conocida tenía una anciana internada en un hospital en estado muy grave. Algunos cristianos les aseguraron que para la Navidad la anciana estaría sentada con ellos en la mesa compartiendo esa fecha tan especial.


Para esa fecha la abuela estaba sepultada y la gente decepcionada con los evangélicos. Ellos nos decían que si no los hubieran ilusionado dándoles tanta certeza de sanidad, no se hubieran sentido tan desanimados y frustrados.


d) PECADOS SEXUALES.


Nuestros jóvenes en porcentajes importantes tienen relaciones sexuales fuera del matrimonio y se casan apurados por un embarazo no deseado. Por otro lado cada vez son más los líderes y pastores que caen en pecados sexuales.


Agrava el problema la falta de disciplina para con algunos líderes que caen en pecados sexuales. Aparte del mal ejemplo que dan, esa falta de disciplina transmite el falso mensaje de que no es tan grave la fornicación o el adulterio porque si ellos, que son los líderes, caen y no hay sanciones, da la impresión de que se protegen entre sí y por lo tanto no se aplican disciplinas.


Tienen la sensación de que los miembros regulares pueden y deben ser amonestados y sancionados pero los pastores no. ¿Por qué no puede pecar un miembro y ser perdonado sin tener disciplina?


4. LA NECESIDAD DE MODELOS.


Es fundamental que los líderes y pastores cristianos evangélicos vivan éticamente, como modelos de conducta cristiana. Esta responsabilidad tiene dos dimensiones, una hacia la iglesia, que necesita ver en sus ministros modelos de vida cristiana, y la otra, hacia la sociedad sin Dios, que necesita desesperadamente ver la posibilidad de cambiar y de alcanzar un estilo de vida que sea mejor.


La gente en nuestros días necesita con urgencia encontrar una posibilidad de comenzar de nuevo, de vivir mejor y de vencer la presión de una sociedad enajenante.


Nosotros sabemos que el evangelio es esa alternativa porque es "poder de Dios para salvar" (Ro 1.16). Pero la iglesia no será ejemplo a menos que sus líderes sean modelos que los miembros de las congregaciones puedan seguir. Como el apóstol Pablo, debemos estar en condiciones de decir "Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo." (1 Co 11.1; véase 4.16; Fil 3.17).


Escribiendo a los cristianos de Tesalónica, Pablo les recuerda la conducta que él y su equipo. Habían tenido en medio de ellos y los insta a imitarlos apartándose de los que vivían desordenadamente.



"Ustedes son testigos, y Dios también, de que nos hemos portado de una manera santa, recta e irreprochable con ustedes los creyentes;...les hemos encargado que se porten como deben hacerlo los que son de Dios que los llama a tener parte de su propio reino y gloria." (1 Ts 2.10-12 VP).


"Hermanos, les ordenamos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que se aparten de cualquier hermano que lleve una conducta indisciplinada y no siga la tradiciones que recibieron de nosotros" (2 Ts 3.6-9 VP).


Nuestra responsabilidad es grande y no debemos fallarle ni al Señor quien nos llamó al ministerio, ni a la iglesia que espera que no seamos guía viviendo delante de ellos como es digno de un siervo de Dios.


Frente a lo expuesto, no podemos menos que concluir declarando que urge estudiar y vivir la ética ministerial para ser ejemplos a nuestras iglesias como lo fue Jesús para sus discípulos y para su generación, y como lo fue el apóstol Pablo para las iglesias y líderes de su tiempo.


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