ESTRACTO:
Dios puede usar nuestro espíritu siempre y cuando el Señor lleve a cabo dos obras en nosotros. Una es el quebrantamiento del hombre exterior, y la otra es la separación de nuestro espíritu y nuestra alma, o sea, la división del hombre interior y el hombre exterior. Dios debe realizar estas dos obras cruciales en nosotros para poder usar nuestro espíritu. El quebrantamiento del hombre exterior se lleva a cabo por medio de la disciplina del Espíritu Santo, y la separación del hombre exterior y el hombre interior se efectúa por medio de la revelación del Espíritu Santo. (pág. 18)
Dios quebranta al hombre exterior de diferentes maneras en distintas personas, y por eso el Espíritu Santo aplica diferentes clases de disciplina, según la necesidad del individuo. Si la característica predominante de uno es el amor propio, el Espíritu trabaja de manera específica quebrantando ese amor. Cuando el problema es el orgullo, prepara una y otra vez circunstancias diseñadas específicamente para quebrantar ese orgullo. A las personas cuya fuerza radica en su inteligencia humana, Dios permite que cometan errores constantemente, para enseñarles a no confiar en su capacidad y llevarles a confesar: “Mi vida no depende de mi perspicacia, sino de la misericordia de Dios”. En ocasiones el problema radica en que uno es demasiado susceptible; en dado caso, Dios ordena circunstancias que acaben con ese problema, así como lo hace para poner fin a las muchas opiniones de los que siempre están llenos de ideas y conceptos.
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