Nombre Diferentes,
Los nombres a veces pueden ser confusos. Un profesor puede romperse la cabeza el primer día de escuela cuando encuentra que la mitad de sus estudiantes no responde inmediatamente cuando los llama a lista. La razón: normalmente son llamados con otros nombres que ese que aparece en el registro escolar. Un entrenador puede no reconocer inmediatamente la identidad de cierto jugador, porque su equipo habla de este jugador (en el equipo contrario) solamente por medio de usar un sobrenombre.
Sin embargo, después de alguna investigación, el entrenador aprende pronto quien es realmente el jugador. Millones de individuos a través del milenio han llevado mas de un nombre. La mayoría de las personas en el siglo veintiuno entienden que esta es simplemente la forma en que lo es; las personas a menudo llevan mas de un nombre.
Cuando se lee
- El suegro de Moisés era conocido como Reuel y Jetro (Ex. 2:18; 3:1).
- Gedeón adquirió el nombre de Jerobaal porque destruyó el altar de Baal en Ofra (Jueces 6:32; 7:1; 8:29,35).
- Faraón Necao cambió el nombre del hijo mayor de Josías, Eliaquim, a Joacim (2 Rey. 23:34).
- El apóstol Pedro es llamado algunas veces Pedro, Simón Pedro, y Cefas (Mat. 14:28; 16:16; 17:25; Jn. 1:42; 1 Cor. 1:12).
- Y Saulo es llamado Pablo (Hch. 13:9).
Se necesita darle atención a cómo los escritores bíblicos usaron frecuentemente nombres diferentes cuando se referían a la misma persona, porque el reconocimiento del uso de tal nombre puede ayudar a aclarar ciertas supuestas contradicciones. Tome por ejemplo, Mateo 1:9.
Alguien podría preguntarse por qué Mateo mencionó a Uzías como siendo el padre de Jotam, mientras que 2 Reyes 15:1-7 y 1 Cr. 3:12 llama al padre de Jotam, Azarías. La respuesta reposa en el hecho de que ambos nombres se aplican a la misma persona. Dentro del mismo capítulo (2 Reyes 15), el padre de Jotam es llamado Azarías (15:7) y Uzías (15:32). Los nombres son diferentes, pero se refieren a la misma persona (cfr. 2 Cr. 26:1-23; Isa. 1:1).
Innumerables preguntas bíblicas pueden ser contestadas lógicamente solo por reconocer que los antiguos a menudo eran tan flexibles en su entrega de los nombres como las personas en el siglo veintiuno.
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