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PASTOR JOSE VILLARREAL












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30 de enero de 2010

Dificultades Biblicas: ¿La Oyeron – No la Oyeron?


¿La Oyeron – No la Oyeron?

– Hch. 9:7 – Hch. 22:9 –


En la narración de la aparición del Señor a Saulo en el camino a Damasco – registrada por Lucas en Hechos 9, y luego relatada en el discurso de Pablo en Hechos 22 – algunos han imputado que hay una contradicción. Hechos 9:7 registra que los hombres viajando con Saulo (más tarde conocido como el apóstol Pablo) oyeron una voz; mientras que Pablo declara que no oyeron una voz. Esta supuesta contradicción es una de las favoritas del ateo Dan Barker – un predicador sectareo que se volvió infiel – cuya autoproclamada misión desde principios de los años 80 ha sido la de informar a la humanidad de lo que él se refiere como “el engaño” del cristianismo. En su página web, Barker ha incluido la anterior “contradicción” (como también otras supuestas contradicciones bíblicas) como una que documenta la falibilidad de la Biblia y por tanto, la no existencia de Dios.

Barker, por puesto, está en lo correcto en una cosa. Si las Escrituras contienen errores en sus autógrafos originales, entonces no puede ser considerada como inspirada por Dios. Por tanto, es imperativo que investiguemos estas afirmaciones de error bíblico de manera que podamos saber si nuestra fe en Dios y en Su Palabra es genuina o está mal puesta. Si es una fe genuina a la cual nos agarramos, entonces estos puntos de error que han sido atribuidos a la Biblia deben ser contestados.

Con consentimiento, a primera vista los dos pasajes bajo consideración pueden parecer estar en directa oposición. Los apologistas han reconocido esta dificultad duramente muchos años, y han ofrecido al menos dos explicaciones creíbles. Primero, algunos eruditos apelan al texto griego original, y sugieren que Hechos 22:9 ha sido traducido equivocadamente. El versículo se lee como sigue:

“Ahora bien, los que estaban conmigo ciertamente vieron la luz, mas no oyeron la voz del que hablaba conmigo”– Biblia Textual RV.

“Y los que conmigo estaban, vieron en verdad la luz, mas no oyeron la voz de Aquel que hablaba conmigo – Versión Moderna. (Cfr. LBLA; BJ; NVI).

Sin embargo, acorde a esta visión, el versículo realmente debería leerse como dice en la RV - 1960:

“Y los que estaban conmigo vieron a la verdad la luz, y se espantaron; pero no entendieron la voz del que hablaba conmigo”.

Si esta traducción fuera la correcta, podríamos inmovilizar cualquier sugerencia de contradicción. No obstante, El Sr. Barker, ha rehusado con tenacidad aceptar tal solución, y ha argumentado que la palabra griega para “oir“ (akouo) no significa “entender” (excepto en pocas situaciones especiales tales como 1 Corintios 14:2). Hay otros pasajes, que él ha anotado, donde akouo significa “entender”, pero en cada caso está conectado explícitamente con la palabra “entender”. Como ejemplo, ha citado Mateo 13:13, que se lee: “Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo [akouo] no oyen [akouo], ni entienden”.

El Sr. Barker cree que si el segundo akouo significa “entender”, entonces no habría sido necesario para Lucas incluir la última frase, “ni entienden”. Acorde al artículo en su página web tratando con este asunto, “esto subraya el hecho de que la gramática no es suficiente para determinar cuando akouo pudiera ser traducido flojamente” (Barker, 1994). Sin embargo, quisiera anotar que si Mateo hubiera omitido la última frase, aún habríamos entendido que el segundo “oir” significa ”entender”.

De otra manera, Jesús habría estado diciendo, “ellos oyen mis palabras, pero no oyen mis palabras”. De una manera similar, podemos entender que los pasajes bajo consideración significan, “los hombres percibieron una voz, pero no entendieron las palabras habladas”.

Barker hizo nota de un pasaje similar en Marcos: “ ¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís? ¿Y no recordáis?” (8:18), y luego preguntó: “Si Hechos 22:9 debiera ser traducido ‘no entendieron’, entonces ¿por qué aquí no?” (1994). Pero insertando “entender” en lugar de “oir” en este pasaje no produce ninguna dificultad cualquiera que sea; después de todo, ese es el significado del pasaje.

Barker ha concluido de todos estos pasajes (Mat. 13:23; 15:10; Mr. 4:12; 7:14; Hch. 28:26-27; Rom. 15:21) que es la práctica del Nuevo Testamento arreglar en pares “oir” y “entender” cuando se tiene la intención de que akouo signifique “entender”, y en vista de que Lucas no arregla en pares los dos, debe tener el significado de que los hombres literalmente “no oyeron“ una voz. Por tanto, dice él, Hechos 22:9 contradice a Hechos 9:7.

Sin embargo, Barker no se detiene en Hechos 22:9, porque hay aún otro posible acercamiento para explicar esta supuesta contradicción. Mientras que algunos eruditos creen que “entendieron” debería ser usado en lugar de “oyeron” en Hechos 22:9, otros son de la opinión de que es Hechos 9:7 el que no ha sido traducido tan exactamente como es posible. Por consiguiente, el versículo debería leerse: “Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo el sonido [como opuesto a “la voz”], mas sin ver a nadie”. Barker ha contradicho esta traducción (que está basada en una diferencia en los casos griegos), y ha sugerido que “los eruditos griegos que tienen mas que un conocimiento superficial del idioma nunca usarían este argumento” (1994). Sin embargo, aparentemente, el Sr. Barker no hizo su tarea antes de escribir su artículo.

[¡Aquellos que critican la Biblia en su forma mas estrepitosa son aquellos que menos la han leído!]. Varios eruditos griegos altamente respetados que saben mucho mas acerca del idioma del mundo del primer siglo que Dan Barker — han propuesto este mismo argumento como solución a la supuesta contradicción. En efecto, el hombre afectuosamente reconocido entre los teólogos como el “decano de los eruditos griegos”, A.T. Robertson, escribió con respecto a la diferencia en los casos:

En 22:9 Pablo dice que los hombres “vieron la luz” (to men phos etheasanto), pero es evidente que no discirnieron la presencia de nadie. Pablo dice también en 22:9 – “pero no entendieron la voz del que hablaba conmigo” (ten de phonen ouk ekousan tou lalountos moi). En lugar de estar esto en llana contradicción a lo que dice Lucas en 9:7, lo natural es tomarlo como siendo una distinción (como entre “luz” y “nadie”) entre el “sonido” (sentido original de phone como en Jn. 3:8) y las palabras concretas que se pronunciaron.

Sucede que akouo se emplea bien con el acusativo (la extensión de lo oído) o con el genitivo (la especificación). Es posible que esta distinción aquí coincida con los dos sentidos de phone. Oyeron el sonido, la voz (9:7), pero no comprendieron las palabras (22:9) [Comentario al Texto Griego del Nuevo Testamento, A.T. Robertson, Pág. 299].

Mas no oyeron la voz (RV) (ten de phonen oik ekousan). El acusativo, aquí, puede ser empleado en lugar del genitivo como en el versículo 7 para indicar que los que estaban con Pablo no comprendieron lo que se decía (9:7), del mismo modo en que vieron la luz (22:9) pero no vieron a Jesús (9:7). La diferencia de casos permite esta distinción, que es expresada en las traducciones RVR, RVR77 y BAS: “pero no entendieron la voz”.

Considere también las palabras de Ray Summers, experto en griego:

Algunos verbos tienen su objeto en un caso antes que el acusativo. Hay una variedad de usos en este punto. Akouo puede tomar su objeto en el genitivo o el acusativo. Usualmente akouo con el genitivo significa “oir con entendimiento”. Esto probablemente explica la dificultad involucrada en Hechos 9:7 y 22:9. El incidente es la experiencia de Pablo al ver la luz y oir la voz en el camino a Damasco. Hechos 9:7 declara que los compañeros de Pablo oyeron la voz (akouo con el genitivo); Hechos 22:9 dice que no oyeron la voz (akouo con el acusativo). De esta manera, ambas construcciones dice la misma cosa; los compañeros de Pablo no entendieron lo que la voz dijo a Pablo; para ellos fue un sonido incomprensible (1950, Pág. 51).

Un número de otros eruditos griegos han expresado el mismo punto de vista (véase por ejemplo: Arnd & Gingrich, 1957, Págs. 31-33; Blackwelder, 1958; Pág. 139; Kittel, 1993, Pág. 216; Thayer; 1979, Pág. 22-23; Vincent, 1975, Pág. 571; y Vine, 1985, Pág. 296). La palabra “oyeron” en Hechos 22:9 puede ser usada para indicar que fue un sonido – no una voz – lo que los hombres oyeron en el camino a Damasco.

Finalmente, deberíamos observar la evidencia mas sencilla y honesta. Es interesante ver que se nos ha dado un paralelo al evento registrado en Hechos 9 — Juan 12:28-29. Aquí, tal como en el pasaje en Hechos, tenemos a Jehová hablando desde el cielo a un hombre (Jesús, en esta ocasión). Después que el Señor habló, nótese la respuesta de la gente como se registra en el v.29: “Y la multitud que estaba allí, y había oído la voz, decía que había sido un trueno. Otros decían: Un ángel le ha hablado”.

Tan sorprendente y atemorizador fue el sonido de la voz de Dios que la multitud no estaba muy segura que decir con respecto a esto. La voz debe haber retumbado como un trueno, sin embargo fue lo bastante discernible que algunos equivocadamente pensaron que era la voz de un ángel. Si la multitud hubiera sido entrevistada, algunos habrían dicho, “No escuchamos ninguna voz, sino un trueno”, mientras que otros habrían contestado de una manera diferente, diciendo: “Bueno, nos sonó como una voz, quizás la voz de un ángel”.

Ambos grupos de personas indudablemente oyeron algo cuando Dios hablo, pero ninguno de los presentes entendió lo que se dijo. Lo mismo es verdad de los hombres que viajaban con Saulo en el camino a Damasco. Oyeron algo, pero ninguno de los presentes entendió lo que se dijo.

Si a estos tipos de aparentes contradicciones se les acercara con la misma actitud de “inocente hasta que se pruebe lo contrario” que se exige en una corte de ley, desaparecerían como la neblina temprana de la mañana va desapareciendo con el sol brillante del medio día. ¿Pudo Pablo posiblemente haber querido decir que los viajeros no “entendieron” la voz que oyeron? Ciertamente pudo haber sido así. Nadie puede descartar tal proposición, especialmente a la luz de la narración de Hechos 9 donde es claro que los hombres percibieron una voz (mas bien, un sonido) pero no comprendieron ninguna de las palabras habladas.

Como dice el viejo adagio, cuando un pasaje es removido de su contexto se convierte simplemente en un pretexto. Solo cuando un pasaje es examinado a la luz de toda la enseñanza bíblica sobre un tema en particular pueden ser conocidos completamente los detalles de la situación.

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