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PASTOR JOSE VILLARREAL












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2 de febrero de 2010

EXPRESIONES FÍSICAS DE ALABANZA Y ADORACIÓN


EXPRESIONES FÍSICAS DE ALABANZA Y ADORACIÓN.

Además de las expresiones de alabanzas verbales y audibles, la Biblia cita muchas maneras en las que podemos usar las expresiones físicas para adorar a Dios.

1. Cuando Estamos De Pie.

Permanecer de pie o erguidos, es siempre una señal de respeto. Si una persona de importancia entra en una habitación, los que ya están presentes se ponen de pie para honrarle y mostrarle respeto.

Muchas veces el Espíritu Santo nos inspirará para que nos pongamos de pie delante del Señor como un acto de adoración y reverencia. “Tema a Jehová toda la tierra; teman delante de él todos los habitantes del mundo” (Sal 33:8).

“Mirad, bendecid a Jehová, vosotros todos los siervos de Jehová, los que en la casa de Jehová estáis por las noches… Alabad el nombre de Jehová; alabadle, siervos de Jehová; los que estáis en la casa de Jehová, en los atrios de la casa de nuestro Dios” (Sal 134:1; 135:1, 2).

2. Levantando Las Manos.

Levantar las manos es una señal universal de redención o sumisión.

Cuando las alzamos delante del Señor estamos reconociendo que nos sometemos completamente a Su voluntad.

Le decimos otra vez que somos suyos incondicionalmente. No sentimos deseo alguno de rebelarnos contra Él, ni tenemos armas en nuestras manos para combatirle.

Las personas que NO están completamente rendidas a Dios tienen grandes problemas a la hora de hacerlo, aunque aparente ser una cosa muy simple. Se resisten firmemente a esta manera de adoración. Sin embargo, una vez que lo hacen viene sobre ellos una gran liberación, la cual, muchas veces les habilita para expresar alabanzas de muchas otras maneras.

“Alzad vuestras manos al santuario y bendecid al Señor” (Sal 134:2). Es también una señal de un anhelo profundo de adorar a Dios. “Escucha la voz de mis súplicas, cuando clamo a ti, cuando alzo mis manos hacia tu santo templo” (Sal 28:2).Es además simbólico de la sed espiritual que sentimos por Dios. “Extiendo mis manos a ti; mi alma tiene sed de ti, como una tierra sedienta” (Sal 143:6).

3. Batiendo Las Manos.

Cuando alguien hace algo que merece nuestra admiración y aprobación, queremos dejárselo saber dando palmadas con nuestras manos. Por ejemplo, cuando un concertista de piano toca una pieza auténticamente hermosa que toda la audiencia disfruta muchísimo, usualmente, irrumpen en un aplauso espontáneo. Si desean expresar su aprobación con mucho más entusiasmo, a menudo se ponen de pie y aplauden con sus manos más intensamente. A esto es lo que llamamos una ovación de pie. Siendo que Dios es tan maravilloso, y ha hecho tantas cosas excelsas que merecen nuestra admiración y aprobación, ¿acaso sería extraño sentir el deseo de aplaudirle?

El Salmo 47:1 nos ordena batir las manos delante de Dios: “Pueblos todos, batid las manos...”. Es una señal de agrado, regocijo y aprobación.

4. Arrodillándose.

A menudo cuando las personas se sienten tocadas por la sensación de la presencia gloriosa de Dios, caen de rodillas espontáneamente delante de la presencia de Dios. Ese es un gesto de reverencia y respeto al Todopoderoso.

“Venid, adoremos e inclinémonos: arrodillémonos delante del Señor nuestro Hacedor” (Sal 95:6).

Un día toda rodilla se doblará delante de Dios (Fil 2:10).

5. Caer Postrado Delante De Dios.

Esta es otra forma extrema de cortesía (reverencia) y adoración. El caer delante de alguien o tenderse frente a él o ella es una señal de reverencia suprema. Es una forma de humillarse uno mismo para aumentar el sentido de elevación de Aquél delante de quien nos postramos.

6. Tocando Instrumentos Musicales.

Los instrumentos musicales eran usados frecuentemente en la Escritura para expresar alabanza y adoración a Dios. También pueden desempeñar una parte vital en la adoración hoy día.

Somos exhortados a “Alabarle con el sonido de la trompeta; alabadle con salterio y arpa. Alabadle con címbalo y danza, alabadle con instrumentos de cuerda y de júbilo. Alabadle con címbalos resonantes” (Sal 150:3-5).

a. Tocando “En El Espíritu”

Aquellos músicos que ofrecen alabanzas con sus instrumentos, deberán procurar sobresalir al hacerlo. Tienen que aplicarse a sí mismos para “tocar los instrumentos con suma habilidad” (Sal 33:3). Esto no necesariamente implica que se tenga una habilidad de precisión. No es el ofrecimiento de una habilidad humana de gran destreza. Se trata de una habilidad o destreza espiritual, mas bien que de un talento natural. La destreza no sólo reside en tocar el instrumento, sino también en la interpretación que agrade al Espíritu. A esto es lo que llamamos “tocar en el Espíritu”.

1) Una Interpretación Hábil De David Con El Arpa apartaba los malos espíritus de Saúl (1 S 16:23).

2) Los Músicos Pueden Crear Una Atmósfera que conduzca a ejercer los dones espirituales.

3) 4,000 Músicos Alabaron Al Señor con sus instrumentos en la dedicación del Templo de Salomón (1 Cr 23:5).

“Y oí una voz del cielo, como la voz de muchas aguas, y como la voz de gran trueno. Y oí la voz de arpistas que tocaban con sus arpas y cantaban una nueva canción delante del trono…” (Ap 14:2, 3). Esto indica que hay instrumentos y músicos en el Cielo.

7. Silencio.

En completo contraste con los sonidos de las canciones, de los instrumentos musicales, de la danza, etc., está la expresión de alabanza a través del silencio: “…Hay un tiempo para guardar silencio y un tiempo para hablar” (Ec 3:7).

No tema al silencio. A veces el Espíritu Santo trae un silencio sacro sobre la congregación. En esas ocasiones, éste se hace profundo y elocuente. A menudo hay una sensación grande de temor y reverencia durante esos períodos. Uno se puede poner de pie o permanecer sentado en silencio delante de Dios, contemplándole, adorándole y magnificándole. “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios…” (Sal 46:10).

8. El Llanto.

El llanto puede ser también una respuesta legítima de alabanza a Dios. No es el llanto que viene de la tristeza o de un corazón quebrantado, sino el que procede de la gratitud y de la acción de gracias. A veces cuando meditamos sobre la grandeza y bondad de Dios, la única respuesta apropiada a Su amabilidad es derramar lágrimas de gratitud.

No tema hacer esto, pues no es una señal de debilidad. Deje que sus lágrimas fluyan. Nuestra reacción humana es a menudo contener las lágrimas.

Sin embargo, llorar puede expresar, a veces, los deseos más profundos de nuestro ser en una forma que ninguna otra cosa podría hacerlo. En ocasiones produce una profunda liberación.

Tampoco es bueno darse al llanto demasiado, pues eso puede ser una señal de que algo anda mal en su ser interno. En tales casos, hay necesidad de sanidad interna.

Cuando Nehemías comenzó a leer y a exponer la Palabra de Dios, el pueblo lloró cuando la escuchó. Él dejó que lloraran por un tiempo, pero luego interrumpió su llanto, instruyéndoles a que: “fueran, comieran de la grosura y bebieran lo dulce… y que no estuvieran tristes; porque el gozo de Jehová era su fortaleza” (Neh 8:10).

El exceso de llanto debilita, mientras que el gozo de Jehová es como una fuente de fortaleza.

9. La Risa.

Hay lo que conocemos como la risa santa, es decir, cuando un deseo de reír inspirado por el Espíritu de Dios viene sobre el creyente. Esta no es una reacción de algo humorístico que alguien haya dicho, sino más bien una expresión de un gozo tan sublime en el Señor que la única manera de expresarlo es a través de la risa.

“…Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis” (Lc 6:21).

Los hijos de Israel experimentaron esto cuando retornaron de la cautividad. “Entonces nuestra boca se llenó de risa y nuestra lengua de canciones…” (Sal 126:2).

“He aquí, Dios no aborrece al perfecto… Aun regocijo llenará tu boca de risa, y tus labios de júbilo” (Job 8:20, 21).

10. Las Marchas.

Dios a menudo ordenaba a Su pueblo a que marchara. Probablemente el mejor ejemplo conocido de esto fue la marcha alrededor de Jericó (Jos 6:2-5). Israel marchó en respuesta al mandato de Dios, quien derribó las murallas de aquella ciudad a tierra. Muchas murallas todavía se desploman cuando el pueblo de Dios marcha en respuesta a Su mandato; las murallas de la arrogancia, incredulidad, opresión espiritual, etc.

Josafat y su ejército marcharon cantando alabanzas a Dios, quien entregó a todos sus enemigos en sus manos a pesar de ser pocos en número (2 Cr 20:20-22).

Muchas congregaciones han marchado en torno a algo como respuesta a un impulso del Espíritu. El marchar alrededor del edificio de una iglesia puede ser considerado como una ridiculez para muchas mentes carnales, así como lo fue para los habitantes de Jericó. Sin embargo, muchas veces los resultados de marchas parecidas han obrado poderosos y dramáticos milagros.

Murallas de gran altura como la esclavitud, el orgullo y la amargura, han caído derrumbadas a tierra. Este tipo de marcha a menudo ha sido llamado “La Marcha de Jericó”. Otros la llaman una “marcha de gloria”.

La comprometida de Cristo es representada como un ejército que marcha hacia la victoria unido (Cnt 6:4, 10).

11. El Regocijo.

El regocijarse en el Señor es otra manera de alabarle... Cuando Nehemías entró a la presencia del rey con un rostro triste, el rey supo inmediatamente que algo drástico andaba mal (Neh 2:1). Él dijo: “”Nunca antes me había visto triste, así que, me preguntó: ¿por qué te ves tan triste? No estás enfermo, así que, debes sentirte apenado” (Neh 2:2).

Hay muchas maneras de expresar nuestro regocijo: por medio de cantar melodías alegres en lugar de cantos fúnebres o quejumbrosos, levantando las manos, dando palmadas y danzando.

Gozarse en el Señor nos hará estar mucho más relajados en Su presencia. Necesitamos menos formalidad y más realidad. Este mundo es un lugar lo suficientemente lúgubre, y no hay necesidad de agregarle nuestra tristeza. Esforcémonos en hacer que resplandezca, pues somos la luz del mundo.

En el Nuevo Testamento, el término griego agallia (discutido previamente, vea la sección que trata sobre la “danza”) se traduce como” regocijo”. Esto significa literalmente “saltar de alegría”, gozarse enormemente, estar muy contento y lleno de extrema felicidad.

He aquí una expresión de regocijo que es libre, espontánea y expresiva, tan libre, que podría hacernos saltar y brincar de gozo con un deleite infantil.

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